Mujeres de nuestra historia

Isabel Macías: “Sin mi descubridor José Luis Morte no habría sido olímpica”

Este 2021 arrancó con el anuncio de la retirada de una de nuestras mejores mediofondistas. Isabel Macías Chow (11-ago-1984) puso fin a más de dos décadas dándolo todo en el ámbito nacional e internacional que tuvieron su punto culminante entre 2011 y 2013, con su única participación olímpica, una plata en el Europeo en sala de Gotemburgo y otras tres plazas de finalista obtenidas entre una marea de atletas posteriormente sancionadas por dopaje. “Con que me devolviesen los resultados que me han robado, casi que me conformaría”, afirma esta zaragozana de abuelo materno chino, titulada en Magisterio y Periodismo, madre de un niño de 3 años y casada con otro subcampeón de Europa en pista cubierta, que se autodefine como “una cabezona” para lo bueno y para lo malo.

En esta entrevista, aquella niña que empezó a correr con 9 años por “el chocolate caliente y el donut que te daban en meta” se sincera sobre toda su trayectoria y mira ilusionada a su futuro como directiva y entrenadora, empeñada en transmitir a sus atletas que hagan algo que ella tardó demasiados años en aprender: “disfrutar y valorar cada resultado e instante”. Sus exigencias como gran promesa en categorías menores, las dos cartas federativas que obraron magia para su resurgir en 2011, los escollos físicos y emocionales a los que se sobrepuso para lograr su mayor éxito en 2013 (incluida la baja ‘in extremis’ de su amiga-‘enemiga’ y entonces compañera de habitación Natalia Rodríguez), su pesadilla vascular posterior, y su madurado y disfrutado regreso comparten protagonismo con el vital papel de personas como su representante y sus tres entrenadores; empezando por aquel profesor de Educación Física que le pagó la licencia cuando los recursos de su madre eran escasos…

Isabel, acabas de despedirte de más de dos décadas de atletismo competitivo, pero recuérdanos cómo empezaste en este deporte de niña, y por qué te decantaste por el mediofondo…
Siempre cuento que el atletismo me eligió a mí. Aunque tenía ese primer recuerdo de Fermín Cacho cruzando la meta como campeón olímpico en Barcelona’92, fue la casualidad de mi vida la que, tras varios cambios de colegios, me llevó a La Estrella. Allí existía una gran implicación con esa extraescolar y recuerdo que, en la primera carrera en la que participé, me apunté porque pensaba que solo era una excursión; y la motivación fue el chocolate caliente y el donut que te daban en meta [risas].

En 2001 ya empezaste a destacar seriamente con un entonces récord nacional sub-18 de 1.500m bajo techo (4:33.14) y con tus primeras internacionalidades en pista (Mundial Juvenil de Debrecen) y cross (en la categoría júnior del Mundial y el Europeo). ¿Cómo recuerdas esos primeros logros, y qué supusieron para tus aspiraciones?
Pues creo que no los valoré. Era lo que sentía que me exigían, y que yo misma normalicé como lo que debía hacer. Sin duda, cuando empiezas relativamente joven a destacar, tu implicación en la alta competición es un objetivo que interiorizas. Pero siempre sentía que esperaba más cada carrera que finalizaba. Visto en perspectiva, ahora quiero que mis atletas disfruten y valoren cada resultado e instante.

En el Europeo sub-23 de 2005 (tras conquistar un doblete 800-1.500m en el Nacional promesa), alcanzaste tu primera final internacional: 6ª con 4:17.66 (a algo más de 1 segundo del bronce). ¿Qué sabor te dejó esa experiencia en Erfurt? ¿Viste posible la medalla?
Pues al hilo de lo que te contaba, para mí fue un gran fracaso en ese momento. En el Europeo júnior dos años antes, tenía opciones de medalla, porque estaba 4ª de las participantes. La carrera fue táctica y, en el cambio a falta de 600 metros, me pisaron y me fui al suelo. Lo pasé fatal, no te lo puedes llegar a imaginar…

En Erfurt quería disputarlo con todo y creo que tenía esa opción. No quería que se repitiese lo de Tampere 2003, pero justo: carrera lentísima… Iba corriendo agobiada y hubiese preferido un cambio largo, pero mi entrenador me había marcado cambiar el último 200. Y ahí, con ese nivel, corremos todas. Llegué a meta sintiendo que no había podido darlo todo y eso es siempre lo que más rabia me da cuando compito. Me da igual entrar última si siento que no podía dar más…

Al año siguiente (2006), rebajaste tu MMP a 4:11.73 y disputaste tu primer gran campeonato absoluto en el Europeo de Gotemburgo, pero en las cuatro temporadas siguientes tu progresión y tu carrera internacional se estancaron (aunque sí mejoraste marca en 800m). ¿Cómo viviste esos años de 2007 a 2010?
Fueron años muy oscuros, en los que pensé muchas veces en dejarlo. Pero no me estanqué sin más; en 2007 me hice un esguince de rodilla con una rotura de ligamento cuando me apeaba del AVE que me trasportaba al Meeting de Herrera. Me recuperé en los tiempos, aunque tuve que alargar la rehabilitación acudiendo a Madrid, para que los Servicios Médicos de la RFEA me ayudasen.

Cuando volví a competir, el monstruo de la presión me hizo pequeña. Quería volver rápidamente a donde supuestamente estaba, y lo único que conseguía era que, en cualquier momento de duda, me retiraba. Yo nunca he sido una atleta de retirarse en carrera; y esas temporadas no disfruté nada de la competición hasta 2010.

Sin embargo, en invierno de 2011, tras lograr el 1º de tus 4 títulos nacionales absolutos de 1.500m, te destapaste con un 5º puesto en el Euroindoor de París, a 1.60 de un podio que ocuparon dos rusas posteriormente sancionadas por dopaje. ¿Cómo recuerdas esa carrera, y qué factores propiciaron que por fin empezases a brillar con fuerza?
En la temporada anterior di dos veces al palo. Pedían 4:15.00 para acudir al Mundial de Doha; yo realicé 4:15.90 en la semifinal del Campeonato de España de pista cubierta… Pero lo peor fue no acudir al Europeo de Barcelona con un 4:13.06 cuando la mínima era 4:13.00. No me lo podía creer.

Sin duda, lo que propició el poder centrarme es que, después de ese verano, la Junta Directiva de la RFEA me concedió una temporada la Beca Nacional por decisión técnica y una ayuda de vivienda que me permitió regresar a vivir a Zaragoza. Cuando recibí esas dos cartas postales, fue magia. Sentí que tenía la oportunidad de, aunque fuese intentarlo solo una temporada, mi objetivo por una vez sería entrenar, cuidarme y tener una vida atlética plena. En solo un invierno, el descanso mental que supusieron esas cartas se notó.

Eso sí, terminé muy enfadada en esa final de París. No tenía seguridad aún en las competiciones internacionales y maniobré mal; podría haber estado más cerca de un metal… y del dopaje, mejor ni hablamos.

En 2012 también destacaste, con tus mejores marcas de siempre en pista cubierta (4:08.80) y al aire libre (4:04.84), tus únicos JJ.OO. en Londres, y otras dos finales continentales: 9ª bajo techo en Estambul y 10ª al aire libre en Helsinki (aunque años después acabaste siendo 6ª y 5ª respectivamente tras una cascada de descalificaciones por dopaje…). ¿Qué valoración haces de los logros de ese año?
El maravilloso estado de gracia, el sentir que fluyes, que tienes garra… ¡qué maravilla! Las dos grandes oportunidades que tuve, las aproveché, porque tampoco tuve mucha más opción de competir en grandes reuniones más allá de los Millrose Games [febrero] y París [julio]. Sin duda, gracias a Miguel Ángel Mostaza y el trabajo que hizo para que yo pudiese entrar en aquel momento. Ese trabajo solo se merecía un buen resultado como agradecimiento, y qué bonito fue.

Pero lo mejor estaba por llegar, con esa espléndida plata en el Euroindoor de Gotemburgo 2013 tras rebasar in extremis a la polaca Broniatowska; solo por detrás de la inalcanzable etíope-sueca Aregawi y superando incluso a las polémicas rusas… ¿Qué nos cuentas de esa carrera, de tus sensaciones entonces y lo que sientes ahora?
Pues ni fueron las mejores sensaciones ni la situación que hubiese querido, pero sentía que era una de esas oportunidades, como el año anterior, que debía aprovechar al 100%. Recuerdo que esa misma mañana me bajó la regla, que para mí siempre ha sido un hándicap porque he tenido algún tema de salud importante… pero ese día me dije: “mira, que me da igual, voy a por todas”. La noche anterior no descansé bien y afloraron todas esas cosas que, cuando estás en capilla, te meten mil dudas en la cabeza. Pero puf… todas se fueron al disparo, y cuando crucé la meta solo sentí: todo esto ha merecido la pena.

En esa final causó baja por lesión Natalia Rodríguez, una rival nacional de muchísimos quilates a la que no sé si pudiste vencer alguna vez; pero en esa ocasión te tocó a ti por fin ser protagonista…
Esa fue la situación a la que justamente hacía mención antes… Natalia ha sido un referente para mí; ha sido mi rival, pero sobre todo la considero una amiga que en ese viaje además era mi compañera de habitación. Fue difícil, porque yo sabía que mi “enemigo” dormía en la cama de al lado. Pero cuando de lejos (ella siempre empezaba un poco antes), calentando para la final, vi que no iba a formar parte de la carrera, me empecé a poner nerviosa y se me saltaban las lágrimas. Me fui al baño, me serené y, aunque hacía un frío helador, salí a calentar fuera de la instalación, como me gusta a mí. Me concentré en lo que estaba… Luego Natalia vino a buscarme para felicitarme; cenamos juntas, tranquilas. Pero atendí a todos los medios fuera de la habitación. La medalla no salió de la mochila, y las conversaciones esa noche fueron personales.

A partir de ese punto culminante, aunque el verano de 2013 ofreciste varias buenas actuaciones y en 2014 acudiste al Mundial indoor de Sopot y al Europeo de Zúrich, tu nivel fue decayendo hasta tu embarazo y tu maternidad en 2017. ¿Cuál fue la principal causa?
La causa fue una pesadilla de lesión con nombre propio: endofibrosis de la arteria iliaca. Una lesión vascular en la cual, cuando llegaba a un nivel de pulso y tensión arterial, el callo interno que anatómicamente se había creado en dichas arterias me dejaba sin flujo, y me caía la tensión un 60%. Colapsaba y claudicaba. Además era casi matemático: aproximadamente en el 1.000, no podía impulsar, me quedaba sin fuerzas en las piernas… pero la cabeza funcionaba y sabía que eso no era normal. Lo que peor llevé fue el largo proceso hasta saber qué pasaba y que se achacase a un problema de mentalidad, que me llegué a creer. Esa incertidumbre y ver como tu cuerpo no respondía, aunque estuviese en forma, fue muy frustrante.

Aun así, intentaste regresar a la élite con ilusiones renovadas, y los dos últimos años volviste a deleitarnos dándolo todo, pero no salieron las cosas. ¿Mereció la pena el intento, o te llegaste a arrepentir en algún momento?
Claro que ha merecido la pena; ha sido cuando más he disfrutado el proceso y el resultado. He valorado todo y me he exigido justamente a mi momento de forma. Creo que es cuando de verdad he disfrutado el atletismo… por eso me da tanta pena tener que decir adiós.

¿Y por qué no sigues un año más? ¿Cómo te plantearás el atletismo a partir de ahora, a todos los niveles (atlético, pero también técnico y directivo)?
Pues no sigo por la pandemia, por el confinamiento, el no disponer de cinta y las consecuencias físicas y psíquicas que esto ha tenido. Después de un buen invierno, pese a las pocas semanas de entrenamiento tras la segunda operación, había resultados que me ilusionaban para un buen verano. Pero no sería mi historia si fuese fácil, ¿no? Río, por no llorar más… Empecé los entrenamientos con una molestia en la espalda de la que aún no tengo solución, y he sido un negocio que ha tenido que cerrar su actividad por quedarse sin fondo de maniobra.

Ahora tengo un grupo de chavales con los que he crecido y que están empezando a recoger resultados. Me hace una ilusión tremenda acompañarlos en el camino. Y a nivel directivo, tengo un gran reto como vicepresidenta de la Federación Aragonesa, así como seguir trabajando en la Junta Directiva y la Comisión de Mujer de la RFEA. Como ves, irme, lo que se dice irme…no me voy a ningún lado.

¿Estás satisfecha con lo logrado en tu carrera, o te queda algún regusto de haber podido obtener más en marcas y/o campeonatos?
Me sabe a poco, no te voy a engañar… Creo que podría haber arañado algo más, sobre todo en el crono de 800 [MMP: 2:03.42 (2013)]. Y en cuanto a campeonatos, con que me devolviesen los resultados que me han robado, casi que me conformaría. También me quedo con la espina de otros JJ.OO. Pero estoy satisfecha en tanto que yo he hecho todo lo que ha estado en mi mano; o piernas, mejor dicho.

¿Cuáles dirías que eran tus principales virtudes y defectos como atleta?
Soy una cabezona, creo que eso ha sido mi defecto y virtud a la vez. Pero soy maña, no puedo luchar contra eso [risas].

¿Qué papel han jugado en tu trayectoria tus entrenadores, desde Jesús Romero hasta tu marido y también subcampeón de Europa bajo techo (en 2009) Luis Alberto Marco, con quien pudiste compartir experiencia olímpica en Londres y en otros grandes campeonatos (y si tuviste algún entrenador más al que quieras destacar)?
Sí, te olvidas de una pieza fundamental, el “culpable” de que haya llegado hasta aquí: José Luis Morte. No valoramos lo importante de la etapa de formación, y sin él y aquel gesto de pagarme la licencia cuando no teníamos medios, no hubiese sido olímpica. Él fue quien me llevó a entrenar con Jesús, con quien he tenido mis resultados en la madurez deportiva y donde encontré un grupo de entrenamiento que me hizo crecer y me acompañó; donde varios compañeros, en cada etapa, me ayudaron en las series o en los malos momentos. Sin duda, el ‘grosso’ de mi etapa de competición donde he aprendido mucho, hasta de mí misma.

Y de Luis, pues qué puedo decir; que ha sido mi pieza fundamental, el que me ha reconciliado con este deporte y ha aguantado ríos de lágrimas desde antes de guiarme. Apoyarme en mi locura, porque sabía que así lo necesitaba… Y actualmente es con quien también consensuo algún entrenamiento cuando recurro a él en dudas de la planificación de mis atletas.

No cabe duda de que vuestro hijo Leo tiene buenos genes atléticos… ¿Te gustaría que acabase practicando y triunfando en este deporte?
Haciendo referencia a un tuit reciente de mi señor marido: “lo que no sé es si podré evitarlo”.

Por : Antonio Aparicio

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