En verano de 2017, Julia Takács tenía claro que el atletismo se acababa para ella. “Cualquier cosa que hagas a desgana no va a funcionar. Era ya un suplicio, no me apetecía“. Un revés tras otro había llegado al punto de creerse que no valía para la marcha. Mejor olvidarse y a otra cosa. Volver a Madrid, salir de casa por la mañana y no regresar hasta las mil y quinientas, liarse por ahí. Que si compras, que si tomar algo… “Yo estaba encantada con la idea. En mi cabeza lo veía fenomenal“. Entonces, como un salvavidas, un viaje a China con Ainhoa Pinedo que le despejó la mente y la efímera aparición de los 50 kilómetros con los que July encajó como anillo al dedo.
A partir de ahí llegaron los éxitos: un segundo puesto en el GP Cantones de La Coruña y un octavo en la Copa del Mundo de Taicang, el bronce en el Europeo de Berlín, la plata en la Copa de Europa de Marcha de Alytus con un sensacional récord de España (4:05:46), la octava plaza en el infierno del Mundial de Doha… Instantes que merecen la pena tras el sufrimiento y el duro trabajo.
Takács se queda con tres. El récord de España de 50km en la Copa de Europa es uno de ellos: “Sabía que estaba bien, pero que no tanto. Fue un 50km que disfruté muchísimo. Dentro del sufrimiento sabía que podía cambiar, que estaba fuerte, y eso me gustó mucho“. Otro, el bronce en el Europeo de Berlín, también en 50km, “porque el momento de la medalla fue muy especial“. Y por último, aunque en realidad fue el primero de los tres, pero también el más relevante. El que lo posibilita todo: “En junio de 2018 en La Coruña, un mes después de hacer el 50km en la Copa del Mundo de China, bajé de distancia e hice mi mejor marca en el 20km (1:27:58). Es muy gratificante pensar que en un año había pasado de estar en la mierda absoluta a poder escoger entre dos pruebas para el Europeo porque tenía la mejor marca en las dos“.
July se refiere a su fatídico 2017, en el que le diagnosticaron una trombosis pulmonar, la ingresaron, tuvo que tomar Sintrom durante meses y, pese a que volvió a entrenar y competir, se quedó fuera del Mundial de Londres, pero su lucha interna venía de atrás: “En 2016 me obsesioné mucho con los Juegos. Me lo tomé como que si no iba se acababa el mundo, y obviamente no se acababa. Creo que a mucha gente también le pasa. Al final me clasifiqué, que no sé ni cómo porque estuve mal todo el año. Mal de la cabeza. Fui y no me fue bien (33.ª) y me quedé en plan: ya estaría, mi vida no ha cambiado, y yo aquí obsesionada por eso“. Tal fue el grado de estrés que soportaba que July está “casi convencida” de que la trombosis pulmonar de 2017 se debía a esa presión olímpica, “que se manifiesta físicamente”.
En todo caso, no es Julia Takács una mujer estática. Necesita sentirse en movimiento. Ha vivido en Madrid, Barcelona, Granada, Málaga… Aunque su yo de 14 años se habría quedado en Hungría cuando sus padres emigraron a España en febrero de 2004: “Allí estaba bien, tenía mi vida, ya hacía marcha, acababa de cambiar de instituto… Además, no sabía nada de castellano. De un día para otro te dicen que nos vamos a otro país. ¿A ti qué te parece? Bien, no“.
Deportivamente, la acogida no pudo ser mejor. La comunicación fluyó entre Federación Húngara y la Española, y a los cuatro días de llegar a España Takács ya estaba entrenando en el CAR de Madrid con el grupo de José Antonio Quintana. “Me facilitaron muchísimo las cosas”. Lo peor era el idioma. “Pasé cuatro, cinco, seis, siete meses malos. Pero malos por la impotencia de no entender qué te dicen. Al final aprendes a la fuerza y más rápido. Por la mañana iba a un instituto en el que todas las clases eran en castellano y por la tarde me iba a entrenar. Me pasaba el día escuchando español y al principio era agotador, llegaba el punto que desconectaba“. Al año de llegar a Madrid, July estaba “superadaptada y muy contenta“, y pronto tuvo claro que se nacionalizaría española.
Volvemos a la catarsis. Cada uno tiene la suya, y la de Julia Takács tuvo lugar a 8.800 kilómetros de casa, en Wuzhong, uno de los cinco distritos urbanos de Suzhou en la provincia china de Jiangsu. Era el mes de septiembre de 2017 y July había viajado allí con Ainhoa Pinedo para competir en el Around Taihu International Race Walking Multi-Day, “una competición por etapas que duraba cuatro días y que puedes hacer individual o por equipos“. El plan de July era mudarse a Madrid, poco a poco ir despidiéndose de la marcha. “Ese verano, de vacaciones, más o menos entrenaba para no ir fatal a China“, recuerda. “Ese viaje me salvó. Había dejado de disfrutar, y fui allí relajada, quizás pensando en que lo dejaba, y aunque sufría, disfrutaba compitiendo día sí y día también. La mente desconectó, quitas la basura de tu cabeza. Vas limpio, sin rayarte, y funciona. Me lo pasé muy bien y además me salió bien. Así que me dije: a lo mejor no soy tan mala“.
“Chuso estaba convencido de que podía hacerlo bien en el 50km”
Con las ideas renovadas, el 50km se cruzó en su carrera para darle un impulso definitivo. “Yo le dije a Montse que qué le parecía si apostaba un año más por la marcha, a ver qué salía. Y me fui a una casa que ella tiene en Guadix, donde no iba a estar sola porque su hija mayor vive allí, hay buenos sitios para entrenar y no tengo tantas distracciones como en Madrid, donde te lían en cero coma y no me iba a centrar. Montse me propuso lo del 50km y vi que Chuso estaba convencido de que podía ser capaz de hacerlo bien, y quién mejor que él para ver esas cosas. Dije: vamos a intentarlo este año, si me sale bien, sigo; si no, lo dejo. Y salió bien“.
Takács se adaptó a la perfección a los 50 kilómetros, aunque la extinción de la prueba ha cortado sus alas. “En un año vi muchísimo cambio en mí misma. El primer año estaba cansada todo el tiempo, me costaba muchísimo recuperarme de los entrenamientos porque nunca había hecho tantos kilómetros. Sin embargo, el segundo año estaba superadaptada y veía normal hacer esos entrenamientos“. ¿Quién sabe cuál sería su techo de no haberse eliminado esa prueba del calendario internacional? July prefiere no pensar en ello: “Toda la vida había hecho 20km y cuando se supo que el 50km no sería olímpico nos mentalizamos, cambiamos el chip y ya está, no queda otra. Lo veo injusto, como todo el mundo, porque es un retroceso, y puede que me perjudique porque, por cómo se me daba, tenía más opciones que en el 20km. Pero hace tiempo que me mentalicé y tampoco lo lamento. No depende de mí, así que no voy a preocuparme por cosas que no puedo controlar”.
Igual que destaca que la parte mental en un ‘cincuenta’ es “superimportante“, Takács reconoce que debe mejorar la parte psicológica también en el ‘veinte’. “Ahora estoy trabajando con una psicóloga que se llama Toñi Martos y que me está ayudando, pues no termino de volver a estar cómoda en 20km“, explica. El calendario no da tregua y las tres plazas olímpicas están caras. “María (Pérez) es fija y luego las más fuertes son Raquel (González) y Laura (García-Caro). Este domingo 14 de febrero tenemos el Campeonato de España de 35km, después la primera para importante, que es el Campeonato de España de 20km, y luego la Copa de Europa, que es la que más pesa para Tokio“, detalla. A diferencia de 2016, July se lo toma con mucha más calma. “Mi primer objetivo es hacer un buen Campeonato de España, ir paso a paso. Si salen los Juegos, fenomenal. Pero si no, por lo menos intentarlo. Son años muy raros, además, y a ver qué pasa con el 35km: me hace ilusión, es una distancia a la que me podría adaptar bien y me da curiosidad”. Puede que la apuesta le salga bien, y siga ganando medallas, batiendo récords. O puede que no, y eso sería lo más normal “porque momento de gloria como mucho tenemos uno al año, el resto está en la sombra“.
Por : Miguel Olmeda