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Águeda Muñoz: “La motivación me sale sola… es que no sé vivir sin esto”

La segoviana Águeda Muñoz Marqués (19-mar-1999) es la más joven de un talentoso grupo de castellanoleonesas nacidas a finales del siglo XX que vienen prometiendo muchísimo desde los 1.500m hacia arriba; aunque ella, además de su ‘milqui’, flirtea más con un 800m donde este invierno ha demostrado que también puede estar entre las mejores de España. A diferencia de sus paisanas, Águeda tardó un poco más en brillar en sus asiduas presencias en grandes campeonatos de categorías menores, pero su pasión por correr (“la motivación me sale sola… es que no sé vivir sin esto”) empezó a dar fruto en 2019, iniciando una progresión imparable que, tras haber firmado una espléndida campaña de pista cubierta.

Por eso, en esta refrescante entrevista, la discípula de Arturo Martín Tagarro y estudiante de Logopedia en Madrid reivindica la importancia de adquirir experiencia internacional para aprender (“¡…y equivocarte si te tienes que equivocar!”). Además, la flamante bronce nacional en Gallur nos habla de sus precoces pinitos con 5 años inspirada por su madre-ídolo o de su ‘annus horribilis’ como becada en Estados Unidos. Una experiencia nada satisfactoria atléticamente que coincidió con el fallecimiento de su primer entrenador en Segovia, Isaac Sastre (“el mejor maestro que podría haber tenido”), y que fue superando gracias a la inestimable ayuda de amigos y/o compañeros atletas como Carla Gallardo, Adrián Ben o Lucía Rodríguez…

Para conocer mejor tu historia, retrotraigámonos a los orígenes… ¿Cuándo y cómo empezaste en el atletismo, y qué motivaciones o ídolos te llevaron a practicar este deporte?
Yo empecé a los 5 añitos. Todo surgió porque mi madre [Isabel Marqués] también corría, y mi familia siempre ha sido una familia deportista… Y ahora que menciono a mi madre, si tengo que hablar de ídolos, que no tengo como tal, diría que sería ella por su capacidad para afrontar las cosas. Y no sé… correr simplemente me gustó; me encantaba, disfrutaba muchísimo corriendo… ¡y disfruto! [risas]. No tengo ningún recuerdo en el que se me pasase por la mente que no quería correr más. ¿Y la motivación? Pues no sé; me sale sola… es que no sé vivir sin esto, no hay más.

Tras cosechar varias medallas en campeonatos de España cadete y juvenil, tu primera gran competición internacional fue el Europeo Juvenil de 2016, donde quedaste 8ª en la final directa de 1.500m (4:36.00). ¿Cómo recuerdas esa experiencia en Tiflis?
Fue muy especial para mí. Al fin y al cabo, fue mi primera internacionalidad… y eso nunca se olvida.

También acudiste al Europeo Júnior de 2017 y al Mundial Júnior de 2018, pero en ambas ocasiones la final estuvo lejos… Sin embargo, en el Europeo Sub-23 de 2019 (tras haber mejorado a 4:18.23 con un triunfo en la serie B del Meeting de Huelva), te destapaste con una notable 7ª plaza. ¿Qué sabor te dejó ese verano y esa actuación en Gävle?
Totalmente cierto… en los campeonatos de 2017 y 2018 me sentí sin experiencia; no supe correr bien. Creo que por este motivo es muy importante, si se tiene la posibilidad, acudir a estas competiciones, y oye… ¡equivocarte si te tienes que equivocar! Personalmente, solo me llevé aprendizajes de ambos campeonatos. De hecho, en Gävle tuve presentes ambas internacionalidades anteriores, y puse en práctica aquello que ya tenía que tener en cuenta.
Correr “fuera” con gente de un nivel altísimo no tiene nada que ver con correr en tu entorno y con gente cuya manera de plasmar la competición ya conoces.

Eres la única que aún no ha cumplido los 22 años de una espléndida generación de castellanoleonesas de medio y largo aliento: Celia Antón (97), Marta García (98) y tus coetáneas del 99 Carla Gallardo y Cristina Ruiz (y tampoco podemos olvidarnos de la madrileña Lucía Rodríguez, del 98). Con ellas habrás vivido un montón de historias de rivalidad y amistad… ¿Puedes destacarnos algunas que recuerdes especialmente?
Recuerdo muchas anécdotas con casi todas ellas. De hecho, alguna se ha convertido en mejor amiga o en compañera de entrenamiento. Con Carla, me llevo un montón de momentos. Incluso un día, cuando volví de Estados Unidos (un año duro y complicado en todos los sentidos), decidimos hacernos un tatuaje juntas que representase todo lo que había unido el atletismo, y todo lo que estábamos dispuestas a hacer por ello. Esto fue antes del Meeting de Huelva de 2018; un día “a la locura”. Y por ejemplo, con Lucía… tengo tantas historias con Lucía… Desde plantarme en su casa a comer unos macarrones casi sin conocernos porque perdí un AVE a una concentración en Navidad, hasta ser “persona y sombra” cada día en cada entrenamiento. Tenerla es un apoyo mutuo.

Estás rodeada de tanta calidad que, tras tu oro en los 1.000m del Nacional cadete de 2013, tardaste 7 años en volver a coronarte campeona de España (en los 800m del Nacional sub-23 de 2020). ¿Te llegó a obsesionar esa sequía de títulos? ¿Confías en añadir varios más a tu palmarés?
Nunca me obsesionó nada. Lo que tenga que llegar, llegará. Todo sale con el suficiente esfuerzo, dedicación y trabajo. Hay que confiar siempre.

Has dicho que el año que pasaste becada como estudiante-atleta en la universidad neoyorquina de Albany fue “duro y complicado”. ¿Puedes precisar por qué? ¿No siempre es tan bonito el ‘sueño americano’ como lo pintan?
Fue mi primer año fuera de casa, y no sólo eso. La gente espera salir de casa y que el entorno en el que va a vivir sea cómodo, familiar… En mi caso, irme a EE.UU., y concretamente a la universidad a la que fui, no fue precisamente como yo me esperaba. Aprendí mucho (otro idioma, otra cultura, otra gente…), pero atléticamente hablando no estaba a gusto. No me gustaba el método de entrenamiento, ni los entrenamientos, ni cómo el hecho de estar allí becada suponía hacer lo que me dijeran por y para la universidad sin escucharme en algunas ocasiones. Eso no era para mí. Yo sabía lo que quería y lo quería con todas mis fuerzas, y estando allí sabía que las cosas no iban a salir. Además, fue el año en el que falleció Isaac, mi primer entrenador, sin apenas esperarlo y sin poder despedirme como quisiera por encontrarme al otro lado del ‘charco’. Una persona muy importante en ese periodo de mi vida fue Adrián Ben, quien me apoyó en todo momento desde España cuando para mí todo eran complicaciones.

2020 también fue duro para todos, pero tu campaña al aire libre no estuvo nada mal, con una MMP de 4:16.09 en 1.500m (que ya has mejorado a cubierto) o ese récord de España sub-23 de la milla (4:34.40) en Barcelona. ¿Cómo valoras esos logros? ¿Esperabas algo así, con todas las complicaciones de la pandemia?
Sí lo esperaba. Sé que las circunstancias no fueron las idóneas, pero yo trabajé con toda la ilusión y motivación del mundo.

Por último, ¿qué papel han jugado en tu carrera tus entrenadores; tanto el actual en Madrid, Arturo Martín, como tu formador en Segovia, Isaac Sastre?
Isaac fue lo más parecido a un segundo padre; fue el mejor maestro que podría haber tenido. Creo que haberle tenido a él como primer entrenador fue como tocarme la lotería, y es de las personas que siempre ha confiado en mí y nunca jamás ha dudado. Su fallecimiento [en abril de 2018] fue un palo muy, muy grande para mí. Lo pasé fatal.
En cuanto a Arturo, me parece un entrenador excepcional, pero no solo eso: es una persona excepcional. Porque como dice él: “somos atletas, pero primero personas”. Siempre tiene las palabras adecuadas para todo, siempre quiere ayudarte lo máximo posible, y hacer lo imposible para estar con y por su grupo. La dedicación que nos pone cada día es impresionante. Personalmente, estoy súper orgullosa y contenta de tenerle a él ahora mismo.

Por: Antonio Aparicio

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